e que é justamente a arquitectura que os degenerados indígenas contemporâneos votaram ao abandono, talvez por prescindir de cimento Portland (que na cabeça tugo-trolhífera é sinónimo de pugresso), ou por lhes fazer lembrar a pobreza e o regime anterior, ou por não ter vindo de Londres-Paris-Nova Iorque. Mas sobre este assunto já escrevi aqui, e portanto abreviemos:
“Hasta bien comenzado ele siglo XX, en líneas generales hasta el estallido de la Guerra europeia, los portugueses fureon en la medida de lo humanamente possible unos constructores infalibles. Tanto la capital, reconstruida tras el gran terramoto, como las más alejadas aldeas, levantaron a lo largo de los siglos XVIII y XIX una arquitectura a la par brillante y modesta, elegante y utilitaria. No estoy referiéndome a los arquitectos de fama mundial, cuyas obras campean en todas las guías turisticas; porque quien sea capaz de distinguir entre grandeza y grandiosida megalómana sólo se encongerá de hombros ante el monstruoso sarcófago de mafra y las barbaridades neomanuelinas perpetradas em Sintra y Buçaco. Este tesoro unico en su género al que me estoy referiendo se lo debe Portugal a constructores anónimos; granjas y quintas, palacios y casas de alquiler que dan fé de um gusto innegable, de un saber artesano y de una segurida en las proporciones, que no tienen paragón en Europa.”
Hans Magnus Enzensberger, “Reflexiones Portuguesas”, in Europa, Europa!
EXEMPLOS
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